El ESMAD en los tiempos de la paz

Que la paz ya había sido conquistada y que debíamos dedicar los esfuerzos a otros menesteres más apremiantes dijo un día de hace unos cuatro meses la candidata presidencial Claudia López, secundada por Antonio Navarro, mediante un mensaje en twitter que recogía la misma idea. No sabemos si los dos seguirán pensando o diciendo lo mismo. Lo cierto es que la paz no ha llegado a pesar de que las cifras de muertos como consecuencia del conflicto armado haya llegado prácticamente a ceros. Lo que demuestra que las FARC no eran el centro de todas las violencias y que por lo tanto el fin del alzamiento armado insurgente en contra del poder, debía suponer también el fin otras violencias, empezando por la oficial, es decir el uso abusivo de la violencia del poder contra la gente. El fin de la criminalización de la protesta social. Que nunca más se le siguiera dando tratamiento de guerra a las protestas sociales y sindicales. Pero como en tantas cosas del Acuerdo de paz, el gobierno no está cumpliendo. Con la violencia bruta y despiadada respondió a las protestas cívicas de la olvidada región del Chocó. Con la violencia policial le ha respondido al magisterio colombiano que lleva un mes de pacíficas movilizaciones. Y no ha querido encarar de frente el sistemático asesinato deFOTO DEL MES

líderes sociales por parte de grupos paramilitares. De manera que este es el enredado panorama que se vive en Colombia. Cuando debería ser otro. Pero no. El gobierno incumple con lo acordado con la guerrilla, el Fiscal General busca sabotear la paz, algunos medios siguen utilizando lenguajes de odio y de guerra, Álvaro Uribe anda mas desbocado que nunca y el tenebroso escuadrón antidisturbios, Esmad, tan cercano al corazón de Santos, sigue reprimiendo con despiadada violencia a pobladores, campesinos y a los maestros. La verdad es que se puede seguir hablando de paz es gracias a la infinita paciencia de la guerrilla y su reconocida decisión de cumplir lo acordado, a los apoyos de la comunidad internacional y a las organizaciones sociales, estudiantiles, de paz y de derechos humanos que hacen pedagogía de paz por todos los rincones del país. Y hay que reconocerlo, a las bancadas políticas que en el congreso están garantizando que se aprueben las leyes que afiancen el acuerdo. Aunque está bastante claro que no bastan las leyes, hace falta decisión y voluntad política.

El tratamiento de guerra que se da a las movilizaciones sociales y la negativa a escuchar y resolver las reivindicaciones muestran que Juan Manuel Santos, como se ha dicho por muchísimos analistas, busca solo una paz neoliberal. La oligarquía le tiene miedo a los cambios, se resiste a invertir en educación, salud y otras políticas sociales y por ese camino Santos pone en riesgo el único proyecto por el que podría pasar a la historia. Bueno, hay que recordar que hace algunos años eran reacios a negociaciones de paz. Habrá que seguir empujando el carro. No nos arrebatarán este sueño de paz.

Acerca de Jaime Cedano Roldan

Colombiano, residente en Sevilla. Analista y activista político
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