La famosa condecoración en España al presidente colombiano Iván Duque, el collar de doña Chavita, Isabel La católica, resultó ser un acontecimiento gris y oscuro y la verdad bastante patético.
No se conocen fotos, no hubo solemnidad, el gobierno español no hizo mucho alarde y lo cierto es que el condecorado tampoco y el pergamino, papel, cartón, medalla o collar se lo entregaron a las carreras. Seguramente más protocolo y trascendencia hubiera tenido si se lo hubieran enviado con un riders.
No se sabe exactamente si la entrega se hizo más o menos clandestina porque no fue idea de los ibéricos sino que fue pedida, o mendigada, por el propio gobierno colombiano, y en estos temas protocolo manda y el gobierno español no tenía más remedio que entregársela, además porque a cambio de la misma el condecorado ofreció oro, incienso y mirra y todo cuanto quisieran ir a saquear al país. O a seguir saqueando
Casi casi que le da a uno algo de penita ajena viendo al pendejo de Duque entrando y saliendo de los edificios madrileños por la puerta de atrás, suspendiendo charlas, visitas y hasta la conferencia y el paseíto glorioso por la Feria del libro, corriéndole a ese avispero de colombianas y colombianos que no lo dejaron ni un minuto en paz, no le dieron sosiego ni lo dejaron respirar ni orinar tranquilo. El atormentado hombre tenía ganas de ir a echar unas cabeciaditas en el Bernabeu, comprar unos souvenirs en la Gran vía y pasarse por el mercadillo de El rastro a ver si pudiera encontrar el escudo heráldico de su familia, pero ni modo. Con el sirilí que tenía encima era imposible.
Se fue de Madrid con el rabo entre las piernas. Despreciado por todo el mundo, ignorado, burlado y reputiado como ninguno. Camino a la reunión de las Naciones Unidas se le oyó balbucear palabras ininteligibles que repetía como un borracho sobre que había que acabar con un tal Maduro o algo así, y que el cerco diplomático …
Un pobre hombre trastabillando de culo pa´l estanco.
Sevilla, septiembre 21 de 2021
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